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A finales del siglo XIX, en los orígenes de la publicidad (tal como hoy la conocemos) destacaba un creativo publicitario llamado John E. Powers. Según la descripción de Mark Tungate en su obra El universo publicitario. Historia global de la publicidad  «su rostro era el de un hombre que creía en la honradez y en hablar con claridad«.

Powers fue contratado por una compañía de prendas de vestir que estaba al borde de la bancarrota y el concepto de la campaña que propuso se basaba básicamente en decir la verdad. Este era el tenor literal del anuncio:

«Estamos en bancarrota. Este anuncio hará que nuestros acreedores nos cerquen. Pero si mañana ustedes vienen y compran, tendremos el dinero necesario para satisfacerlos. Si no, estamos acabados»

En la actualidad, Bankia plantea un concepto publicitario similar con el sugerente eslogan:

«Bankia, empecemos por los principios»

 Bankia, empecemos por los principios

La campaña de Powers funcionó por su verdad, la de Bankia me hace albergar la duda en relación a su franqueza. Por ello, prolongaría su título:

«Bankia, empecemos por los principios. ¿Qué principios?»

Más aún, en tiempos en los que el empresariado responsable (colectivo muy indignado) suma a la actitud tolerancia a la frustración otra nueva actitud que denominaríamos tolerancia a la corrupción. Está tan cerca…