Nada mejor que terminar el año con un post que nace de uno de los post que han resultado más populares en estos primeros nueve meses de bloguero.
“Retrato de una experiencia” fue el post con el que di a conocer una afición personal, un encuentro estelar y el gozo de compartir momentos con una persona a la que seguía desde hace años.
El gusto por la pintura figurativa me hizo apreciar la obra de pintores como Carlos Muro Aguado, Pablo Puyol Cuesta, Morago; también la obra de autores de la talla de Genovés, Canogar, Manolo Valdés, Equipo Crónica, el malogrado Úrculo,…
Fue siguiendo la pista de concursos de cierta relevancia (BMW, Pénagos,…) como di con Jorge Gallego, llamándome especialmente la atención la composición de sus obras (esos espacios en los que la atmósfera se adivina), la forma de tratar la figura humana y su trazo.
Todo ello se reflejaba en aquel cuadro con el que alcanzó el Premio Nacional de Arte Figurativo. En “Retrato de familia”, obra premiada, Jorge retrataba a un muchacho que sentado en aquel sillón, más clásico que vintage, parecía ser consecuencia de toda la historia que, a modo de fotogramas, se había reflejado tiempo atrás en aquellos televisores desechados.
Junto a José Manuel Torrente tuve la suerte de visitar a Jorge Gallego en su taller (Espacio Creativo el Perro Semihundido) y fue allí donde me impresionó su “Retrato de una experiencia” y un cuadro, a falta de unas pinceladas, que Jorge tituló “Televisor” y que yo, siempre buscando lo alegórico, titularía “Carta de ajuste”.
Entre conversaciones, le dije a Jorge que me encantaría contar con alguna de sus obras en mi pequeña colección de obra gráfica y pintura figurativa. El acuerdo fue fácil y la negociación dio lugar a un acuerdo cercano a las compras “a la dita”, tan del estilo de las bajas serranías de Cádiz, Málaga, Córdoba y de la Sevilla de Jorge. Porque Jorge, por si no lo sabían, es un pintor que demuestra la posibilidad de desarrollar su oficio manteniendo su centro en Montellano, su pueblo de siempre, con independencia de su contacto directo con el mundo artístico y de haber sido pupilo de uno de los más grandes pintores vivos de este país: Antonio López.
Tras varios meses, en Giraluna ya cuelgan este televisor que yo titularía “Carta de ajuste” y ese retrato que yo llamaría “Retrato de una esperanza”. En este retrato yo veo a Ramón y Paula, su esencia y la atmósfera que nos recoge en nuestro universo particular: Giraluna, universo donde ahora emerge el arte del perro semihundido.