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Nos preguntaba una maestra, en el intermedio o preámbulo de una conferencia dirigida al profesorado sevillano, que si el tema candente del fomento de la cultura emprendedora no sería una moda.

Planteaba en esa misma jornada que el sistema educativo es per se  un espacio que permite el desarrollo de la cultura emprendedora y que, de algún modo y en base al perfil docente, ya lo viene haciendo. Pasa como a mi madre (D.E.P.), comerciante, ama de casa y mil cosas más y a quien llamaban Carmen la de los muebles. A mi madre nadie le dijo que era una emprendedora. Menos mal, posiblemente hubiera pedido cita a algún especialista.

Podría pasarle como a mi vecina Paca, que volviendo al pueblo tras visitar a un especialista, preguntaba en la botica:

Me ha dicho al médico que estoy obesa. ¿Eso qué es?

A lo que la boticaria, santa paciencia, le responde:

– Que está gorda Paca, que está gorda…

Pues eso mismo le ocurre a gran parte del profesorado, que tratando de forma original el desarrollo de las competencias no ha recibido la etiqueta de emprendedor o emprendedora. Por ejemplo, ¿no hay mucho más fomento de la cultura emprendedora en el desarrollo de una actividad artística abierta que en el desarrollo de unos estatutos de una cooperativa? Actividad esta última de lo más sugerente.

Como dice Luis Ciges a Paco Rabal en el Apocalipsis Español, puede ser que hablemos de cultura emprendedora porque “el Apocalipsis nos ha pillao” o así lo creamos.

El Apocalipsis Español

El objeto, en nuestro caso el fomento de la cultura emprendedora, se convierte en moda cuando pasa de ser una cuestión de fondo a una cuestión de fondos, planteando un concepto forzado frente a lo que sería preferible: un concepto interiorizado.

En este sentido, corre el mismo peligro el noble arte de enseñar a emprender que otras grandes ideas fuerza: el desarrollo local, el desarrollo sostenible, el desarrollo rural,… Corre el peligro de que a fuerza de políticas finalistas se convierta en una cuestión exclusivamente de fondos, no afectando al fondo de la cuestión.

Como diría Paco Rabal, no tengo yo muy claro eso del Apocalipsis.