Comenzaba el verano resolviendo los últimos flecos de proyectos anteriores y comenzando otros proyectos ilusionantes. Proyectos que lo son por la confianza depositada por las instituciones en la trayectoria y por la posibilidad de seguir en contacto permanente con el territorio.
Hace unos meses, ante mi insistencia en la importancia de trabajar acumulando polvo en los bajos de los pantalones, una técnica urbana de una institución que trabaja en beneficio del desarrollo de los pequeños municipios (rurales) hacía el ademán de anotar la expresión. Quien me conoce sabe que hay un café entre que yo interpretara que existía cierto sarcasmo en el gesto o que, por el contrario, considerara que ese gesto era un reconocimiento a mi ingenio.
El verano me ha llevado, entre otras actividades, a pulsar la situación del turismo en la Sierra de Segura (Jaén) y a seguir ayudando a hacer visible el valor que en el municipio almeriense de Serón se está dando a sus productos gastronómicos, importante baza turística.
Como le comentaba a una buena amiga al principio del verano, es un placer trabajar en vacaciones y, para muestra, la jornada en la que asistí a la vendimia de la uva moscatel de Bodegas de Serón.
A pie de viña, cuando amanecía, uno asistía a la explicación de la vinculación del Valle del Almanzora con el vino, tan bien explicada por Diego Gea, joven bodeguero con orientación al cambio pero con el atino de considerar que el origen forma parte del mismo.
Mientras vendimiaban mujeres y hombres uno observaba las maniobras de Mari Cruz, tractorista experimentada que visibiliza la feminización del mundo agrícola. Pero, sobre todo, resultaba interesante el control de Don Miguel, encargado que suma a su edad y conocimiento un porte que resume el valor de la experiencia. La mirada precisa, la palabra justa y la convicción de la importancia que tiene el primor en la vendimia para una buena añada.
Fueron muchos más los pasajes, pero posiblemente con las imágenes de Don Miguel y Mari Cruz como adelanto sea posible ejemplificar qué es transmitir verdad ante tanto paspartú y cartón piedra de ese neoemprendimiento que alimenta su propia burbuja a base de píldoras y artificios varios, comprender por qué es un gusto trabajar en verano y, sobre todo, hacer visible a aquella técnica urbana que gesticulaba ante mi exposición que entiendo yo por acumular polvo en el bajo de los pantalones.