Tras una tarde de grabación en la localidad cordobesa de Priego amanece con la irrupción definitiva de este extraño verano. Desayuno de trabajo, planificación de la jornada y rumbo a Cabra, nos esperan dos jóvenes empresarias en un centro de nombre evocador: El País de los Cuentos.
María José y Ana, Ana y María José muestran un nivel de aplomo e iniciativa encomiable. En su centro de educación atienden con primor y pasión a pequeños que van desde los cuatro meses a los tres años. Un trabajo que exige responsabilidad, afecto y dedicación.
En sus paredes murales que me llevan a mi niñez y a mis primeros años como padre cuando leía o contaba cuentos que me trasladaban a países remotos. Ahora, mientras Ana y María José intentan innovar en educación yo me imagino a los tres cerditos discutiendo acerca de la forma de asumir el riesgo, Pitufo filósofo en sesión de psicoanálisis con el Patito Feo, la liebre en Alhaurín de la Torre entre trepas y famosos y la tortuga perseverante en su empeño de llegar a la meta.
Registrada la experiencia, admirada su tenacidad, abandonamos el centro mientras que Ana y María José, María José y Ana bailan y hacen bailar a esos locos bajitos. A mi me parecen dos Blancanieves con unos cuantos enanitos.
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