Desde finales de la década de los noventa se reeditan una serie de materiales que atienden al objetivo de fomentar la cultura emprendedora. Esta iniciativa es liderada por José María Diáz Pérez (Pericles) y se desarrolla en una zona inmersa en un importante proceso de reconversión industrial y minera. Esta iniciativa es desarrollada por una empresa pública denominada Valnalón e irradia su experiencia desde Asturias al resto de la geografía estatal e internacional.
La iniciativa no solo contempla el desarrollo del fomento de la cultura emprendedora en el aula, sino que comprende sistemas de incubación que ya se reproducían en otros entornos. Por ejemplo, en el caso de Andalucía han existido las Escuelas de Empresas que lideran posteriormente un particular proceso de integración-absorción de las antiguas Unidades Territoriales de Empleo y Desarrollo Local y Tecnológico (UTEDLT) y que constituyen los actuales Centros de Apoyo al Desarrollo Empresarial (CADE).
La iniciativa, el espíritu y el carácter pionero de Pericles es encomiable, con independencia de la valoración crítica que realizo a continuación de los materiales y el método que sustancian el desarrollo de las intervenciones en el ámboito educativo: EME y EJE, principalmente.
Como indica el título de este artículo la clonación de intervenciones relacionadas con el FCE desde finales de la década de los noventa resulta muy preocupante.
La reedición año tras año de estos programas me llevan directamente a la película “El milagro de Petinto” dirigida por Javier Fesser. En esta película un niño plantea su deseo de tener una familia numerosa y tras presenciar en una gasolinera la conversación del empleado y un señor que repostaba acerca del secreto de su fecundidad, mientras su familia numerosa esperaba en el automóvil, observa como éste tira de sus tirantes mientras le indica de forma jocosa “tralari tralari”.
Toda la película es un intento del niño, ahora mayor, de fecundar a su esposa, para lo cual se sienta a su lado estirando los tirantes.
Esa es la sensación, que los pocos intentos realizados a lo largo de los últimos años en el campo del fomento de la cultura emprendedora terminan constituyendo un “tralari tralari”.
Estos proyectos carecen de rigor y método por las siguientes circunstancias:
1º. Se centran en exceso en la simulación del funcionamiento de una empresa y, especialmente, en la simulación del proceso comercial. Como suelo indicar, apunto una reflexión acerca del origen de las actuales Facultades de Empresariales en las antiguas Escuelas de Comercio.
2º. Apenas se refieren a dos elementos fundamentales en el ciclo emprendedor: la búsqueda del elemento y la fase de alumbramiento.
3º. Plantean el proceso como un entrenamiento, no abordando el hecho de emprender como un concepto educable de naturaleza poliédrica.
4º. No plantean la formación integral del profesorado como elemento fundamental, no considerando al mismo vehículo fundamental del proceso.
5º. Existe una falta de rigor en definiciones, conceptos y procesos indicados.
6º. Introducen estereotipos y discriminan a sectores de la población que desarrollan de forma responsable su actividad empresarial. A este aspecto me referiré en post posterior.
Además, se observa una falta de versatilidad de los materiales y una dificultad para llevar a cabo desarrollos posteriores. Parece que el proyecto se aboca a una serie de hitos que lo hacen en todo momento dependiente, no resultando los mismos fundamentales o elementales.
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