Desde hace unos meses vengo revisando la hemeroteca rebuscando noticias del “modelo Mercadona”, otro más, al que se anclan escuelas de negocio, universidades y manuales con estudios de caso que servirán para varias generaciones.
Tuve la suerte de contar con profesores y profesoras que me llevaron a interiorizar los conceptos y, entre ellos, aquél que hace referencia a que una empresa es un sistema compuesto a la vez de distintos subsistemas. Probablemente, el sistema logístico de Mercadona resulte interesante en el análisis de operaciones y procesos, también su errática configuración de gama o su estrategia de localización y, sobre todo, su posicionamiento.
Es por ello por lo que deduzco que Mercadona cuenta con estrategias y tácticas que merecen atención, pero también considero que es necesario revisar su política de responsabilidad social corporativa y, en concreto, su política de personal.
Este señor nos deleita con un discurso que recuerda casos de populismo que han resultado estrepitosos para la imagen empresarial de este país y que nos llevan a la España de charanga y pandereta a la que se refería el bueno de Machado.
Reconozco que he comprado y compro en Mercadona, que la escasa profundidad de su gama me ahorra tiempo pero también me quita opciones, que son inteligentes seleccionando algunos de sus productos y que han sido inteligentes en su posicionamiento.
Sin embargo, desde hace años asisto incrédulo a su política de personal. El sistema es sencillo, un trabajador o una trabajadora promociona internamente en la empresa, desarrollan una carrera profesional interna, a ser posible sin contar con cualificación previa (en este caso pudieran estar viciados o viciadas, ese camino de Harvard a Harvacete del que habla Roig). En ese momento tenemos un jefe o una jefa de tienda, otro u otra integrante de los hombres y mujeres de Roig. Una retribución alta, un traje (merecen otro post) y un halo de arrogancia chusquera suelen ser la base.
Su estilo es autocrático, de ordeno y mando, de presión continua al trabajador o trabajadora, exigiendo objetivos sin considerar la situación del entorno, llamando a deshoras a casa, exigiendo traslados, conminando a delatar prácticas de compañeros y compañeras, exhortando una prescripción forzada (observen el comportamiento en cajas y en puestos de “frescos”),…
Caso aparte es la política relativa a las bajas: personas con torceduras o con algún achaque trabajando en cajas, presión a los médicos o médicas de empresa para recortar los períodos de baja,… En los últimos años se suceden los casos de bajas “voluntarias”, de “despidos pactados”,… También resultaría interesante observar la rotación de su personal.
La reforma laboral parece diseñada para empresas de esta dimensión.
El Comidista en El País o Juliá Álvaro profundizan en este tema, personalmente me encantaría que empezáramos a analizarlo en la universidad (yo lo emplearé en mis clases este año), junto a los puntos positivos de otros subsistemas de esta empresa que emplea a 70.000 personas, personas que no siempre son felices y que, habitualmente, trabajan como chinos y chinas en este espacio que llamamos España.
La situación que tenemos actualmente es oportunidad de juego para las empresas, ya que la mayoría de ellas se aprovechan de la cruda realidad que estamos viviendo abusando de sus trabajadores. En muchos casos han dejado de pagar a los empleados llegando a jugar con el pretexto de que la situación está muy mal y que deben dar gracias a que al menos están cotizando.
Es de gran relevancia que estas actuaciones inmorales se intenten corregir, ya que están pasando por encima de los derechos de los trabajadores, teniendo éstos últimos que aceptar todas las condiciones y en algunos casos las humillaciones que les imponen las empresas.
La forma de llegar a la responsabilidad empresarial es vía ética individual
Desgraciadamente eso pasaba ante de la crisis también, aunque sobre todo con los extranjeros. Lo sentí en mi propia piel varias veces. Hoy en día, esos abusos aumentan a una velocidad preocupante, no solo con los extranjeros sino con todo el mundo.
En mi opinión, para que una empresa funcione lo mejor posible, el jefe tiene que ser uno más en el equipo, ser igual que un empleado en cierto modo. Se utiliza más el látigo en vez de la palabra y se olvida la ética. También pienso que es una cuestión de educación al fin y al cabo que los jefes pagan sus frustraciones personales con los pobres empleados, intentando desahogaste sus fracasos.
Estoy de acuerdo con lo comentado anteriormente, Mercadona tiene una política de personal que lleva incluido bastantes puntos negativos, entre ellos es que esa empresa no permite fácilmente que una persona vaya al médico de la seguridad social ya que si lo hace corre el riesgo de despido más o menos inmediato. por eso podemos ver a veces personas con algún tipo de lesión en su puesto de trabajo, algo que rara vez veremos en otras empresas. Los médicos de la mutua de Mercadona, si una persona tiene algún problema no te dejan en casa, sino que te reubican a otro puesto, por ejemplo, en una caja para que estes sentado.
Mercadona cuenta también con una serie de ventajas. Los contratos indefinidos, es una de las grandes cualidades de Mercadona, casi todos sus empleados son fijos.
¿Hacendaño? ¿Mercarroña?…Son ejemplos de opiniones que podemos encontrar en foros, blogs, etcétera. Desde mi punto de vista lo que realiza dicha cadena de distribución es mantener la confianza/lealtad de sus trabajadores mediante una retribución considerable (tal y como están las cosas) y la creación de contratos variables que les permiten ascender a puestos más importantes. Dichas posiciones laborales le permite a la empresa poder tener un mayor control sobre sus trabajadores (letra pequeña del contrato que se torna en negrita y mayúscula para los supervisores y altos cargos). He tenido la oportunidad de hablar con compañeros que trabajan en dicha cadena y lo que siempre te dicen es que están contentos con su trabajo, pero puedes ver como detrás está ese «Peeeero» que a nadie le interesa contar.
Visualmente y aprovechando que tenemos el tema fresco (no tanto como el pescado de Mercadona) voy a retratar el modelo en una analogía simbólica y muy dominguera.
Imagínese a Juan Roig paseando un samoyedo con una correa que no llega ni a 1 metro (el perro va ahogado y tiene que hacer en todo caso al dueño) pero esta tiene el collar de cristales de Swarovski, pues ahora imaginese que la raza de este precioso perro es Mercadona, el collar de Swarovski es el contrato, y la correa es la libertad que tiene el trabajador para moverse.
¿El cliente es el jefe?… El jefe es el jefe.
Partiendo de la base de que no me gusta comprar en mercadona, puesto que su variedad de productos y marcas deja bastante que desear, me parece desastroso, por no decir otra palabra, el modelo que Juan Roig y su familia llevan a cabo «Los patriarcas del sector alimentario´´ a sí es como los llamo yo.
No tengo conocimiento de si la población española saben de donde proviene los alimentos de la marca de distribuidos, pues bien os informo que cada vez provienen de sitios mas lejanos, por ejemplo las almejas tienen origen Chileno y la Banana tiene origen ecuatoriano , su interés por obtener mayores beneficios es brutal, pagan muy poco a los agricultores y cobran una precio desorbitado en comparación a sus gastos. Esto es simplemente un dato de lo maravilloso que es Mercadona, verdad?
Señores Mercado abusa de los trabajadores en cuanto a condiciones desfavorables, no admite bajas demasiado largas (3 días), los salarios no son equivalentes a las horas que realizan de trabajo, entre otras muchas.
El presidente de mercadona utiliza un modelo que podríamos llamarlo «chinista´´ es decir, muchas horas , mucho esfuerzo de sus trabajadores y pocas recompensas , y esto es ESPAÑA? SIGLO XXI? Ja, permitirme la expresión.
Recordad que el presidente de Mercadona, Juan Roig esta en tercer lugar como hombre más rico de España y el 223 del mundo, bajo mi honesta opinión, esto no debería de estar permitido y tampoco es justo, pero hay tantas cosas que no son justas en esta vida, que como siempre la sociedad mira para otro lado.
Desde mi punto de vista, creo que la crisis y por tanto, el miedo a perder el trabajp, ha creado en los trabajadores un sentimiento de supervivencia que se refleja en como se agarran como pueden a sus puestos, aunque las condiciones laborales no se ajusten a lo que ellos merecen o creen merecer.
Y aunque estoy a favor de que estas situaciones irregulares se denuncien, entiendo el miedo que existe detrás y los mil argumentos en contra que se puedan pasar por la cabeza. Aún así, creo que si es un tema extendido debería de hacerse una movilización social y denunciar.