Cine, música, literatura, teatro, fútbol, fotografía, pintura, documentales,… Cuestiones que inspiran

 

Es cierto que tengo cierta tendencia a mirar al cielo, a observar las nubes, que me gusta atravesar Andalucía, que a veces me levanto cuando apenas he encontrado el calor de las sábanas, que cuando paseo a veces me vuelvo al escritorio repentinamente,…

A menudo, quienes me rodean me indican que si estoy en este mundo. Aún recuerdo cuando al volver de la facultad, llegando a la plaza granadina de Gran Capitán, mi mejor amigo me cogió de la pechera y me preguntó de forma vehemente si le estaba escuchando. A mi mejor amiga agradecí en el prólogo del libro en el que se convirtió mi tesis doctoral que soportara mis ausencias, tanto las físicas como las mentales. Continúo agradeciéndole que aún las soporte, sobre todo las mentales.

Cerca de casa, diciembre

Mi mejor nube año 2012 (diciembre cerca de casa)

En las nubes, en la ruta, en el inicio de un sueño, en el paseo (tremendos los de Unamuno o Machado), bajo la ducha o en cualquier otro lugar podemos encontrar nuestro momento creativo.

A vueltas con la creatividad, leía este fin de semana un artículo acerca de la importancia de la creatividad en el sistema educativo. En el mismo, reiterando el debate mantenido desde hace algunos años, se indicaba que era necesario invitar al pensamiento divergente (sir Ken Robinson es el gran abanderado), no ceñirnos a las reglas, no exigir única y exclusivamente los contenidos del temario; incluso, permitir ponerlos en duda.

A todo ello, el psicólogo José Antonio Marina rebate, indicando que no se puede dejar de la mano del pensamiento divergente la transmisión de conocimientos, siendo necesario reclamar la posición del pensamiento convergente. Según Marina es necesario comprender conceptos, articulados como temario.

Desde mi punto de vista, en ningún caso experto, no se trata de poner en guerra al pensamiento convergente contra el pensamiento divergente, o viceversa; ni de poner en guerra el hemisferio derecho contra el hemisferio izquierdo, o viceversa.

Esta noticia se cruzó en mi camino cuando había decidido dedicar esta entrega a momentos creativos singulares. Probablemente, el que más poderosamente me ha llamado la atención es el del controvertido Salvador Dalí, icono del surrealismo, quien atribuía a imágenes hipnogógicas (imágenes producidas por el sueño) la creación de su cuadro Alucinación parcial. Seis apariciones de Lenin sobre un piano de cola.  El propio autor en un texto titulado “El mito trágico del Angelus de Millet” recrea el origen de la obra:

“En 1932, a la hora de acostarme, veo el teclado azulado, muy brillante, de un piano cuya perspectiva me ofrece una disminución de una serie de pequeñas aureolas amarillas y fluorescentes rodeando la cabeza de Lenin”

Alucinación parcial. Seis apariciones de Lenin sobre un piano de cola

Alucinación parcial. Seis apariciones de Lenin sobre un piano de cola

El propio Dalí comenta en otra ocasión como sujetaba con una mano un tenedor y se sentaba apoyando su mano en el respaldo de la silla, situando bajo la vertical de la mano que sostenía el tenedor una vasija de cobre. El objeto de aquel ritual no era otro que provocar imágenes hipnogógicas, gracias a la caída del tenedor sobre la vasija al ser vencido Dalí por el sueño. Dada la capacidad de autopromoción de Dalí, resulta difícil distinguir qué hay de verdad y qué hay de leyenda en esta historia.

Retomando el debate pensamiento convergente-pensamiento divergente, con el que introducía esta entrega, merece la pena volver al universo creativo pictórico y comprender a través de la trayectoria de Picasso que para pensar de forma divergente es preciso dominar el pensamiento convergente. Cuando hace dos años visitaba con mi familia el Museo Picasso de Barcelona comprendí lo indicado por Pablo Picasso:

«De niño aprendí pronto a pintar como Rafael y, sin embargo, he tardado toda la vida en aprender a pintar como un niño».

Ciencia y Caridad. Picasso se forma

Ciencia y Caridad. Picasso se forma

Al igual que Picasso, iniciado a la pintura por su padre, profesor academicista de Bellas Artes, Dalí cuenta con una vasta formación. No en vano, fue uno de los insignes residentes de la Residencia de Estudiantes, en la que compartió espacio con García Lorca y Buñuel, entre otros.

Se trata, sin duda, de hacer uso de los conocimientos para intentar ser más creativos, de conectar ambos hemisferios del cerebro, de converger para poder ser más tarde divergentes.

Para estos casos es aconsejable leer, levantar la mirada para ver las nubes, iniciar el sueño, pasear, ducharse, viajar, escuchar,…

No se conocen contraindicaciones, únicamente puede sucederle que la creación se quede en solo un sueño.

 

La lectura de los periódicos y la visión de los telediarios que salpican mi querida España, esta España mía, esta España nuestra (que diría la malograda Cecilia) me llevan a reflexionar acerca de lo inmunes que somos en este país a episodios que servirían de carnaza para ilustrar cualquier esperpento de Don Ramón del Valle Inclán (me encanta poner el don a quien se lo merece).

Cuando uno aborda los ambientes de decisión que pueden darse en una toma de decisiones intenta explicar que una persona emprendedora con criterio debe saber desenvolverse en un ambiente de riesgo. Para ello, nada mejor que hacer uso de los clásicos de Disney y buscar paralelismos con las noticias que aun siendo esperpénticas parecen no producirnos ningún espanto. Me refiero al clásico Los tres cerditos.

Para comprender el riesgo

Para comprender el riesgo

Si el cerdo cuando iba a hacer su vivienda hubiera sabido que venía el lobo, y de su fuerza voraz, nos hubiera fastidiado el cuento, la película y todo el merchandising posterior. El cerdo estaría en un ambiente de certeza, sabría lo que iba a ocurrir. Cuando en materia empresarial algún sujeto (masculino o femenino)  sabe con certeza qué va a suceder estaríamos ante un caso ilícito y a todas luces una irresponsabilidad social (si quieren corporativa). Si nos dejamos de remilgos, podemos decir rotundamente que estamos ante un verdadero cerdo, convertido en chorizo (masculino o femenino), pero cerdo al fin y al cabo.

También nos encontramos en este despropósito en el que se ha convertido la literatura emprendedora al uso con autores que plantean el hecho de emprender como una aventura. ¡Si es que nos va la marcha maquinera! Es el caso del reputado Fernando Trías de Bes cuando en la separata lúdica (así lo define el editor) del manual de Empresa e Iniciativa Emprendedora de Santillana, cuyo autor es Anxo Penalonga, contraataca del siguiente modo:

El riesgo no gusta a todo el mundo. Pero la incertidumbre es el ingrediente fundamental del emprendizaje” (propongo como banda sonora a esta frase lapidaria la versión de la canción Aquarius del mítico Raphael)

Aquarius Versión KaraoKe

Aquarius Versión KaraoKe

La incertidumbre en el peor de los casos es fruto de un desconocimiento total de lo que va a ocurrir y de qué depende (cantaría Pau Donés). En otros casos, apenas se sabe de qué depende el resultado de nuestra iniciativa empresarial. Para evitar esta incertidumbre, tan del gusto de Trias de Bes, se precisa formación y experiencia.  A dos de los cerditos parece que la incertidumbre no les fue muy bien, como a tantos empresarios y a tantas empresarias que inician su actividad sin un mínimo de formación y experiencia. Locales, naves y oficinas abandonados como derrumbadas las casas de los cerditos.

Sin embargo, el cerdito que comprendió el riesgo, que conocía la probabilidad de que apareciera el lobo (con banda sonora de la Orquesta Mondragón o de La Unión) tomó la decisión adecuada, construyendo una  casa resistente y, como buen hermano, dando cobijo en su casa a los dos cerditos desamparados ante tanta incertidumbre. También podría ser, como diría Cándida, que la vivienda del último cerdito estaba oficialmente protegida. En este ambiente de riesgo es en el que se mueven tantos empresarios y tantas empresarias que intentan actuar de forma responsable en un acto que podríamos llamar de economía social, con independencia de la figura jurídica por ellos y ellas elegida.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.

Nunca he prestado mucha atención a la Iglesia, ninguna a la jerarquía eclesiástica, aunque he de reconocer lo iconográfico de sus proclamaciones, con la fumata blanca como imagen y el “habemus papa” como eslogan.

Sin embargo, la proclamación como papa del cardenal jesuita argentino Jorge Mario Bergoglio me lleva irremisiblemente al polifacético Koestler y a su bisociación creativa, según la cual surgen creaciones al combinar elementos de planos de la realidad distintos. Esta base de creatividad, tan importante para innovar o para tomar decisiones sin más, es la base del humor.

Es Koestler quien cita al escritor francés del siglo XVIII Chamfort en un pasaje de una de sus obras:

Un Marqués de la corte de Luis XVI un día, entrando en el dormitorio de su mujer, la encuentra en los brazos de un obispo. Ante esta escena, el Marqués se va a la ventana y se pone a bendecir a los viandantes que pasaban por la calle.

–   ¿Qué estás haciendo? –preguntó angustiada la mujer.

–   Como monseñor está llevando a cabo mis funciones, yo estoy cumpliendo las suyas –replicó el marqués

Algo de este humor podría encontrarse en la despedida del nuevo papa después de su Primera Cena, como papa, indicando a los cardenales: “Que Dios les perdone por lo que hicieron”.

O puede que no se despidieran, sino que eligieran la canción de Encarnita Polo para proclamar al nuevo papa: el papa Paco.

Pulse para escuchar la canción de proclamación del papa Paco

Pulse para escuchar la canción de proclamación del papa Paco

Me preguntan cómo explicar las actitudes emprendedoras sin recurrir al discurso del malogrado Steve Jobs o al famoso vídeo de los marcianitos que demuestran orientación al logro, orientación al cambio, trabajo en equipo, paciencia, perseverancia… Pienso en las múltiples escenas de películas, recurso éste que empleo como base de diferentes instrumentos y que denomino evocación cinematográfica. Este blog está salpicado de este recurso. Sin embargo, apuesto en este caso por otro recurso.

En algún proyecto he recurrido a la evocación literaria, al uso de la poesía como arma cargada de futuro, que diría el poeta Gabriel Celaya. A Mario Benedetti es uno de los poetas que sobreexploto, en el buen sentido de la palabra, bien para evocar las actitudes emprendedoras o bien para explicar el umbral de rentabilidad. Sí, tambíen se puede.

En la poesía Lento pero viene Mario Benedetti evoca las actitudes y motivaciones que  son propias de las personas emprendedoras.

La paciencia y la perseverancia son una constante “lento pero viene, (…) despacio pero viene”, la referencia a la incertidumbre del entorno la encontramos al hacer referencia al lugar que ocupa el futuro: “hoy está más allá de las nubes que elige”, la búsqueda del elemento: “cuidando sobre todo los sueños prohibidos”, siendo evidente la orientación al logro: “viene con proyectos y bolsas de semillas”, planteando la relevancia de la experiencia y la formación: “los recuerdos yacentes y los recién nacidos”, abandonando el fatalismo y abonándose a la capacidad personal: “cada vez más nosotros y menos el azar”,…

Son múltiples las lecturas, múltiples las posibilidades de evocación. La enseñanza de “Lento pero viene” viene dada por la necesidad de considerar el medio y el largo plazo en los proyectos que emprendemos a lo largo de nuestra vida. La situación actual viene provocada, posiblemente, por esa falta de perspectiva, por un excesivo cortoplacismo en la toma de decisiones a todos los niveles.

Don Mario Benedetti ya no está entre nosotros, nos queda releerlo o escuchar como recitaba este poema. Como escribiría Blas de Otero, y tan bien canta Paco Ibañez, «nos queda la palabra», nos queda su palabra.

Lento pero viene

Lento pero viene y las actitudes emprendedoras

Benedetti, «Lento pero viene» y las actitudes emprendedoras

Lento pero viene
el futuro se acerca
despacio
pero viene
 
hoy está más allá
de las nubes que elige
y más allá del trueno
y de la tierra firme
demorándose viene
 
cual flor desconfiada
que vigila al sol
sin preguntarle nada
iluminando viene
las últimas ventanas
lento pero viene
las últimas ventanas
lento pero viene
 
el futuro se acerca
despacio
pero viene
ya se va acercando
nunca tiene prisa
viene con proyectos
y bolsas de semillas
con ángeles maltrechos
y fieles golondrinas
 
despacio pero viene
sin hacer mucho ruido
cuidando sobre todo
nuestros sueños prohibidos
los recuerdos yacentes
y los recién nacidos
 
lento pero viene
el futuro se acerca
despacio
pero viene
 
ya casi está llegando
con su mejor noticia
con puños con ojeras
con noches y con días
con una estrella pobre
sin nombre todavía
 
lento pero viene
el futuro real
el mismo que inventamos
nosotros y el azar
cada vez más nosotros
y menos el azar
 
lento pero viene
el futuro se acerca
despacio
pero viene
 
lento pero viene
lento pero viene
lento pero viene
Mario Benedetti

Nos preguntaba una maestra, en el intermedio o preámbulo de una conferencia dirigida al profesorado sevillano, que si el tema candente del fomento de la cultura emprendedora no sería una moda.

Planteaba en esa misma jornada que el sistema educativo es per se  un espacio que permite el desarrollo de la cultura emprendedora y que, de algún modo y en base al perfil docente, ya lo viene haciendo. Pasa como a mi madre (D.E.P.), comerciante, ama de casa y mil cosas más y a quien llamaban Carmen la de los muebles. A mi madre nadie le dijo que era una emprendedora. Menos mal, posiblemente hubiera pedido cita a algún especialista.

Podría pasarle como a mi vecina Paca, que volviendo al pueblo tras visitar a un especialista, preguntaba en la botica:

Me ha dicho al médico que estoy obesa. ¿Eso qué es?

A lo que la boticaria, santa paciencia, le responde:

– Que está gorda Paca, que está gorda…

Pues eso mismo le ocurre a gran parte del profesorado, que tratando de forma original el desarrollo de las competencias no ha recibido la etiqueta de emprendedor o emprendedora. Por ejemplo, ¿no hay mucho más fomento de la cultura emprendedora en el desarrollo de una actividad artística abierta que en el desarrollo de unos estatutos de una cooperativa? Actividad esta última de lo más sugerente.

Como dice Luis Ciges a Paco Rabal en el Apocalipsis Español, puede ser que hablemos de cultura emprendedora porque “el Apocalipsis nos ha pillao” o así lo creamos.

El Apocalipsis Español

El objeto, en nuestro caso el fomento de la cultura emprendedora, se convierte en moda cuando pasa de ser una cuestión de fondo a una cuestión de fondos, planteando un concepto forzado frente a lo que sería preferible: un concepto interiorizado.

En este sentido, corre el mismo peligro el noble arte de enseñar a emprender que otras grandes ideas fuerza: el desarrollo local, el desarrollo sostenible, el desarrollo rural,… Corre el peligro de que a fuerza de políticas finalistas se convierta en una cuestión exclusivamente de fondos, no afectando al fondo de la cuestión.

Como diría Paco Rabal, no tengo yo muy claro eso del Apocalipsis.

A finales del siglo XIX, en los orígenes de la publicidad (tal como hoy la conocemos) destacaba un creativo publicitario llamado John E. Powers. Según la descripción de Mark Tungate en su obra El universo publicitario. Historia global de la publicidad  «su rostro era el de un hombre que creía en la honradez y en hablar con claridad«.

Powers fue contratado por una compañía de prendas de vestir que estaba al borde de la bancarrota y el concepto de la campaña que propuso se basaba básicamente en decir la verdad. Este era el tenor literal del anuncio:

«Estamos en bancarrota. Este anuncio hará que nuestros acreedores nos cerquen. Pero si mañana ustedes vienen y compran, tendremos el dinero necesario para satisfacerlos. Si no, estamos acabados»

En la actualidad, Bankia plantea un concepto publicitario similar con el sugerente eslogan:

«Bankia, empecemos por los principios»

 Bankia, empecemos por los principios

La campaña de Powers funcionó por su verdad, la de Bankia me hace albergar la duda en relación a su franqueza. Por ello, prolongaría su título:

«Bankia, empecemos por los principios. ¿Qué principios?»

Más aún, en tiempos en los que el empresariado responsable (colectivo muy indignado) suma a la actitud tolerancia a la frustración otra nueva actitud que denominaríamos tolerancia a la corrupción. Está tan cerca…

En momentos de fertilidad y gozo-sufrimiento creativo quisiera compartir esta joya relacionada con una persona emprendedora: Rafael Álvarez «El Brujo».

Este andaluz, nacido en Lucena y críado en la provincia de Jaén, nos vuelve a mostrar la importancia del elemento y como lo que comenzó siendo una carrera de Derecho terminó en la creación de distintas compañías de teatro.

El Brujo
Porque Rafael Álvarez emprendió el camino de jugar con las palabras

Incluimos en el carrusel de casos de historias de personas emprendedoras de nuestro simulador CRECE a este insigne emprendedor. Dentro de nuestro proyecto educativo «Creando Cantera».

Ligando el hecho de emprender al origen. De eso se trata.

Francesc Català-Roca, Carbonerillo, Vejer de la Frontera, 1959. Foto: Archivos fotográficos de Cataluña

Francesc Català-Roca, Carbonerillo, Vejer de la Frontera, 1959. Foto: Archivos fotográficos de Cataluña

CARBONERILLO[1]

Revisando el archivo fotográfico de Catalá Roca llama mi atención una fotografía. En un principio, no distingo la edad de su protagonista. El tono gris de su ropa, la boina que cubre su cabeza me confunden en primera instancia.

Sólo cuando centro mi mirada en la fotografía observo que se trata de un niño y que Catalá Roca titula la misma “Carbonerillo”, datándola en 1959 y localizándola en la gaditana localidad de Vejer de la Frontera.

Al margen de la estética, reflexiono acerca de la borrachera de realidad y del testimonio de Catalá Roca, Miserachs o del contemporáneo Gervasio Sánchez.

Carbonerillo es un niño de esa España que tras 1935 se detuvo en el tiempo. Para algunos, como  el maestro Sampedro[2], aún sigue detenida. Carbonerillo es un niño de aquella España pero no de aquella Europa. Mister Marshall sólo vino con Berlanga y el gran Pepe Isbert, Eisenhower vino tarde para Carbonerillo y para todo el mundo.

Carbonerillo podría llamarse Juan, José, Antonio o Ezequiel, podría ser el mayor o menor de una familia posiblemente numerosa, con hermanos que lo fueron al no superar la infancia o con padres cuyas condiciones de vida no les llevaría a la senectud.

La boina que cubre su pelo impide identificarlo entre personas de mayor edad, como si de un uniforme se tratara. Posiblemente cubre un cabello apelmazado que ve el agua en la costa cercana en verano y algún que otro domingo en jofaina de latón.

Sus ropas parecen haber sido objeto del enésimo traspaso: de abuelo a padre, de padre a hermano, de hermano a hermano,… Los pantalones apenas se sujetan a la cintura, no por moda sino por precariedad, y aprovechan una cuerda de guita a modo de cinturón.

Sus alpargatas, como las abarcas de Miguel[3], tampoco serían reconocidas cada cinco de enero por los Reyes Magos. Tampoco era necesario. Carbonerillo tenía el campo, tenía nidos, tenía pájaros, como columpio cualquier árbol.

Su cesto o capacho de esparto nos lleva a industrias de otro tiempo, ahora souvenir codiciado. El carbón era todavía fuente de cocinas, chimeneas y máquinas. Carbonerillo no podía imaginar que el Levante sería fuente de energía, ya era fuente de locura de vejeranos, tarifeños y otros vecinos de La Janda[4].

Carbonerillo posa con garbo, con sonrisa espléndida que muestra dientes, relucientes entre hollín, que no supieron de ortodoncias pero si de comidas de avío y garbanzos tostaos. Su blancura parece no querer deslucir el blanco de la cal de Vejer, extensión de África.

Quizás hoy Carbonerillo –sea Juan, José, Antonio o Ezequiel- otee el horizonte desde la Torre de Palmar[5], estirando el tiempo que de niño el trabajo le robaba,  y que aún hoy roba a niños de América, Asia o África. Posiblemente, observe la arena que no encontró debajo de los adoquines cuando soñaba otra España.

Quizás hoy Carbonerillo –sea Juan, José, Antonio o Ezequiel- pasee en Vejer, junto a sus nietos, a la vera de la muralla, recordando el instante que ha fijado la fotografía[6], recordando aquella infancia robada.

Manuel C. Rodríguez Rodríguez


[1] Divertimento Curso “Enseñar a Emprender”. Tema 3. Las tendencias. Evocación fotográfica.
[2] Referencia al economista humanista José Luis Sampedro
[3] Referencia al poema “Las abarcas desiertas” de Miguel Hernández
[4] Comarca gaditana.
[5] En el municipio de Vejer de la Frontera
[6] Referencia a “Queda la música”, canción de Luis Eduardo Aute