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En ocasiones la repetición continua de una impresión se convierte en una letanía. Es habitual mi referencia al paralelismo de la situación actual con lo narrado por Aldous Huxley en “Un mundo feliz”. Ese control latente, a veces patente, que se desprende de algunas pautas y, sobre todo, de la forma en la que se emite la información desde diferentes instancias.

En la obra “Un mundo feliz” la historia transcurre en un edificio gris, achaparrado, de sólo treinta y cuatro plantas. Encima de la entrada principal las palabras: Centro de Incubación y Condicionamiento de la Central de Londres, y, en un escudo, la divisa del Estado Mundial: Comunidad, Identidad, Estabilidad.

En él se incuban y se condicionan a los miembros:

– También predestinamos y condicionamos. Decantamos nuestros críos como seres humanos socializados, como Alfas o Epsilones, como futuros poceros o (…) futuros Directores de Incubadoras.

Es por esta impresión, más o menos madurada, por lo que planteo como táctica básica en el fomento de la cultura emprendedora el desarrollo del juicio crítico y el acceso permanente a fuentes de información suficientemente contrastadas. En definitiva, el gusto por informarse, por investigar, por argumentar cualquier decisión, por conocer lo que pasa. De ahí, mi empeño en convertir la atención al entorno externo como una constante.

Es probable que de este modo, con los años, el alumnado sepa discernir entre la información y la propaganda.

El Roto: archivo de conceptos

El Roto: archivo de conceptos

Cultivada la capacidad de juicio crítico responsable, se podría exigir que cuando se informa de la creación de empresas, también se informe de las que se han destruido; que si bien son menos las personas paradas también es menor la población activa; que ciertas políticas no han dado sus frutos o que otras que merecen ser destacadas lo sean,…

Hace unos meses asistí a un foro en el que los políticos estaban a pie de calle, allí hablamos, criticamos de forma constructiva, propusimos, intercambiamos pareceres,… Acompañaba a los políticos una periodista, justo al terminar conocimos la nota de prensa que había llegado a los medios. Esta nota de prensa nada tenía que ver con lo allí tratado, con los argumentos esgrimidos,…

En esa nota de prensa se hablaba del éxito de una estrategia de crowdfunding desarrollada a nivel autonómico en la que se había obtenido financiación para tres de los cuatro proyectos intentados (antes se habló del 75 %, todo es relativo). No recuerdo la cifra, pero rondaba los treinta mil euros. No me he equivocado, eran miles y no millones.

Allí se expusieron los innovadores proyectos de esta entidad que se autoproclama como líder de la innovación social de Andalucía, eran los mismos que años antes se habían expuesto en otro foro (es lo que tiene el streaming). Sus trabajadores de base, como siempre, con salarios que poco tienen que ver con las percepciones de quienes forman parte de las estructuras intermedias o del ápice estratégico. Me consta que muchos de ellos desarrollan con gran brillantez la función básica por la que se creó esta estructura.

Mientras, uno sigue convencido de que es en los colegios y en las universidades donde fluye esa innovación social, siendo maestros, maestras, profesores y profesoras vehículo fundamental de la transformación social, hoy en día tan necesaria. ¿Por qué no mejorar su consideración?

Superados los 140 caracteres, a uno le apetece remitir a la Institución Libre de Enseñanza y a la labor de Francisco Giner de los Ríos, a ella me refería en anterior entrega, o recomendar el pasaje de Coque Malla en la original película de Javier Cavestany “Gente en sitios”. Recomendable.

Como le decía a aquella Delegada y a aquel Director General, es necesario priorizar, porque la economía es combinar recursos limitados susceptibles de uso alternativo para atender a necesidades y, entre éstas, a día de hoy, no se encuentra el mantenimiento de estructuras per se.

Es posible que en otra entrada nos refiramos a La Isla, el revés optimista de Huxley a la visión pesimista de Un mundo Feliz, intentemos al menos llegar a su orilla, convirtiendo en reclamo la letanía.